CLAUSURA DEL AÑO DE LA MISERICORDIA

Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre.
Quiero señalar tres importantes momentos de nuestra vida diocesana, en este año, en los que hemos vivido de una manera muy especial la experiencia de la Misericordia Divina.
 
El primero fue la Vigilia de la Inmaculada del pasado mes de diciembre de 2015. Fue el momento en el que, en la Basílica del Cerro de los Ángeles, abarrotada de gente, inauguramos este Año Jubilar y presentamos a la Virgen María los frutos de la Gran Misión  diocesana,  que hemos  venido  celebrando  durante  estos tres últimos años. Han sido años en los que toda la Diócesis se ha movilizado y, sin perder el ritmo ordinario de su trabajo evangelizador, ha salido a la calle para dar testimonio de su fe a los que no conocen la alegría de tener a Jesucristo como fuente de vida y de esperanza. Aprovecho para invitaros a vivir también, en este año, esta Vigilia en honor de la Virgen María.
El segundo momento fue en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. En ese día nos unimos las tres diócesis,-de Madrid, Alcalá de Henares y Getafe, para hacer nuestra consagración al Corazón de Jesús y darle gracias por los veinticinco años de vida de nuestra Provincia Eclesiástica. Más de tres mil personas, en la explanada del Cerro de los Angeles, contemplando la imagen del Sagrado Corazón, en una tarde memorable, sentimos sobre nosotros todo el amor que brota de ese divino Corazón de Cristo, y escuchamos su llamada para ser fuente de paz y de concordia en medio de este mundo tan lleno de tensiones y de dolorosos enfrentamientos.

El tercer momento, entre otros muchos que podría señalar, ha sido la Jornada  Mundial  de  la Juventud  en  la que  seiscientos jóvenes  de nuestra Diócesis, acompañados por el obispo diocesano y su auxiliar, y treinta sacerdotes han participado en Cracovia  junto   al Papa Francisco y un número considerable de obispos de todo el mundo.

El encuentro con cerca de dos millones de jóvenes venidos de los cinco continentes les ha hecho vivir a nuestros jóvenes de Getafe el gozo inmenso de sentirse Iglesia joven y evangelizadora y de escuchar la llamada que el Papa les ha hecho de salir de una vida acomodada, "de sofá" (como decía el Papa) manipulada por otros, sin verdadera libertad, para convertirse en dueños de su propio destino y con la gracia del Espíritu Santo, ser misioneros de esperanza para todos los jóvenes del mundo.

A lo largo de todo este año hemos percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de nuestro tiempo y de experimentar con mucha fuerza la necesidad de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe.

Pedimos  al Señor y  a la Virgen María que nos  ayuden  en esta preciosa tarea.
Para todos, un saludo cordial y mi bendición.